domingo, 20 de enero de 2008

UNA HUMILLACIÓN INNECESARIA

El acto de campaña electoral más relevante de la semana lo ha protagonizado Mariano Rajoy con la exclusión política de Alberto Ruiz-Gallardón. Hay dos cuestiones que afean la decisión de Rajoy. La primera, el rechazo que se tiene a una persona que goza de una importante proyección pública y de una ambición claramente manifestada. La segunda, la escasa consideración que le merece la alcaldía de la capital de España. Podría añadirse, además, la exclusión de la vertiente más reformista del PP, por la imposición de su sector más reaccionario, pero creo que es lo que menos le ha importado a Rajoy. La cuestión parece reducirse al control del partido el día después de las elecciones, y en su preocupación han desvelado sus vaticinios: una posible derrota. Cuando se confía en la victoria uno no se preocupa de quien le puede derribar ni hacer sombra, pues una vez coronado emperador, hasta el más ambicioso rinde pleitesía. Ha sido la expresión de la debilidad de todo líder ocasional sin dotes naturales para ello. Es la inseguridad y la mediocridad que responde ante los temores que infunden los que brillan más, abonando mayor mediocridad para así destacar en el erial. Digo yo, que el alcalde de la capital de España debería figurar en la candidatura por el mero hecho de pretenderlo. Eso es un lujo para la candidatura, lo contrario constituye una humillación inmerecida, más a la representación popular que la persona misma. ¿Se imaginan como hubiera quedado Rita Barberá en una situación similar?
Publicado en el Diario ABC el 20 de Enero de 2008