En los años cincuenta y sesenta del pasado siglo la naranja valenciana proporcionó las divisas necesarias que requería un Estado cerrado al exterior como era la España de entonces. Hasta que no llegó el turismo nuestros ingresos procedentes del exterior los aportaron las exportaciones citrícolas y las remesas de nuestros emigrantes. Por ello nuestra citricultura y nuestros agricultores no se merecen el trato que les está dando el actual gobierno del PP presidido por Camps en la Generalitat Valenciana. Ante el recurso habitual e irresponsable del PP valenciano de eludir sus obligaciones y disfrazar su propia incapacidad culpando al gobierno de España de cuanto problema acontece, cabe aclarar que estamos en un Estado autonómico, con unas competencias repartidas entre las distintas administraciones públicas y que por ello nuestro Estatuto de Autonomía establece en su art. 49 que la Generalitat Valenciana tiene competencias exclusivas en materia de Agricultura, reforma y desarrollo agrario.
Desde 1995 que gobierna el PP en la Comunidad Valenciana el sector citrícola ha sufrido las peores campañas de comercialización de su historia, junto a un penoso marketing, véase sino las hemerotecas y repásese los ingresos en las rentas de los agricultores. Y pese a la presentación por parte de cada conseller/a que ha nombrado Zaplana y Camps de un nuevo plan de modernización, lo cierto es que ni eso eran verdaderos planes, ni se ha llegado a materializar ninguna medida efectiva para ayudar al Sector. De forma que la degradación estructural del cultivo de cítricos y de sus canales de comercialización ha degenerado en ruinosas liquidaciones para los agricultores, entre los que se encuentran miles de jubilados y viudas que tenían en los ingresos de la naranja un complemento a sus pensiones, y esforzados jóvenes agricultores que ven como se desmoronan sus ilusiones y sus inversiones.
La Consellera de Agricultura, Maritina Hernández, como sus antecesoras, no da pie con bola y muestra de ello es que en septiembre dijo que estábamos ante “una excelente campaña por la calidad y el volumen, lo que repercutirá en un incremento de las rentas agrarias”. Todo un ejemplo de visión. Tan solo dos meses después la campaña se revela como un gran desastre y ante la presión de las organizaciones agrarias, la consellera decide nada menos que adquirir entre tres mil y seis mil toneladas de cítricos, cuando en 2006 asumieron 45.000, para producir zumo de clementina, que luego se oxida y se regala en mal estado. Cuando si de algo hemos de presumir es de tener un grupo diversificado de variedades de clementina, fáciles de pelar y, por ello, idóneas para consumir en fresco sin necesidad de gastar dinero en un proceso de transformación y de producción de residuos. Resultaría más adecuado destinarlas al consumo en fresco en escuelas, residencias de mayores, hospitales, etc. con lo que con el mismo presupuesto se destinan más toneladas a estos fines retirándolas del mercado y generando unos hábitos de consumo preferentemente entre nuestros niños.
Y hemos llegado a esta desastrosa campaña, sin precios en el campo y con la naranja colgada en el árbol, pese al fantástico pronostico de la consellera, porque además de cuestiones agroclimáticas que han hecho que abunde este año el calibre pequeño. El Consell, en manos del PP, ha venido despilfarrando ayudas europeas invirtiendo en plantaciones de variedades inadecuadas en microclimas incompatibles y creando cuellos de botella en la comercialización como es el caso de la variedad marisol. No se ha invertido, ni investigado en la reducción de costes de producción. Se han concedido ayudas públicas para, en lugar de concentrar la atomizada comercialización hortofrutícola, acrecentar aún más esa atomización, con lo que las acciones del gobierno del PP y su uso del dinero público ha agravado más la situación de crisis que padece nuestra citricultura. Y a los hechos me remito. El PP dispone de unas competencias, de un presupuesto con recursos transferidos desde el Estado y desde la Unión Europea, pero es incapaz de gestionarlo en beneficio de los agricultores; todo lo contrario.
Con esta política es probable que debamos sufrir aún penosos años, y muchos agricultores no podrán aguantar. Pero sepan que cuando en el 2011 se produzca la alternancia de gobierno en la Generalitat con Jorge Alarte de presidente, los socialistas nos volcaremos en nuestra Agricultura y la citricultura valenciana la modernizaremos para que recupere su vigor y los agricultores verán recompensado su esfuerzo con la mejora de sus rentas. Hasta entonces, nuestro sentido de la responsabilidad nos llevará, si el PP quiere, a prestar nuestra colaboración y a seguir proponiendo en las Cortes valencianas iniciativas para apoyar a nuestra Agricultura. Porque nuestros agricultores no se merecen lo que está pasando y la Generalitat Valenciana debe apoyarles de forma real y eficaz.
Publicado en Levante-EMV el 12 de diciembre de 2008
Desde 1995 que gobierna el PP en la Comunidad Valenciana el sector citrícola ha sufrido las peores campañas de comercialización de su historia, junto a un penoso marketing, véase sino las hemerotecas y repásese los ingresos en las rentas de los agricultores. Y pese a la presentación por parte de cada conseller/a que ha nombrado Zaplana y Camps de un nuevo plan de modernización, lo cierto es que ni eso eran verdaderos planes, ni se ha llegado a materializar ninguna medida efectiva para ayudar al Sector. De forma que la degradación estructural del cultivo de cítricos y de sus canales de comercialización ha degenerado en ruinosas liquidaciones para los agricultores, entre los que se encuentran miles de jubilados y viudas que tenían en los ingresos de la naranja un complemento a sus pensiones, y esforzados jóvenes agricultores que ven como se desmoronan sus ilusiones y sus inversiones.
La Consellera de Agricultura, Maritina Hernández, como sus antecesoras, no da pie con bola y muestra de ello es que en septiembre dijo que estábamos ante “una excelente campaña por la calidad y el volumen, lo que repercutirá en un incremento de las rentas agrarias”. Todo un ejemplo de visión. Tan solo dos meses después la campaña se revela como un gran desastre y ante la presión de las organizaciones agrarias, la consellera decide nada menos que adquirir entre tres mil y seis mil toneladas de cítricos, cuando en 2006 asumieron 45.000, para producir zumo de clementina, que luego se oxida y se regala en mal estado. Cuando si de algo hemos de presumir es de tener un grupo diversificado de variedades de clementina, fáciles de pelar y, por ello, idóneas para consumir en fresco sin necesidad de gastar dinero en un proceso de transformación y de producción de residuos. Resultaría más adecuado destinarlas al consumo en fresco en escuelas, residencias de mayores, hospitales, etc. con lo que con el mismo presupuesto se destinan más toneladas a estos fines retirándolas del mercado y generando unos hábitos de consumo preferentemente entre nuestros niños.
Y hemos llegado a esta desastrosa campaña, sin precios en el campo y con la naranja colgada en el árbol, pese al fantástico pronostico de la consellera, porque además de cuestiones agroclimáticas que han hecho que abunde este año el calibre pequeño. El Consell, en manos del PP, ha venido despilfarrando ayudas europeas invirtiendo en plantaciones de variedades inadecuadas en microclimas incompatibles y creando cuellos de botella en la comercialización como es el caso de la variedad marisol. No se ha invertido, ni investigado en la reducción de costes de producción. Se han concedido ayudas públicas para, en lugar de concentrar la atomizada comercialización hortofrutícola, acrecentar aún más esa atomización, con lo que las acciones del gobierno del PP y su uso del dinero público ha agravado más la situación de crisis que padece nuestra citricultura. Y a los hechos me remito. El PP dispone de unas competencias, de un presupuesto con recursos transferidos desde el Estado y desde la Unión Europea, pero es incapaz de gestionarlo en beneficio de los agricultores; todo lo contrario.
Con esta política es probable que debamos sufrir aún penosos años, y muchos agricultores no podrán aguantar. Pero sepan que cuando en el 2011 se produzca la alternancia de gobierno en la Generalitat con Jorge Alarte de presidente, los socialistas nos volcaremos en nuestra Agricultura y la citricultura valenciana la modernizaremos para que recupere su vigor y los agricultores verán recompensado su esfuerzo con la mejora de sus rentas. Hasta entonces, nuestro sentido de la responsabilidad nos llevará, si el PP quiere, a prestar nuestra colaboración y a seguir proponiendo en las Cortes valencianas iniciativas para apoyar a nuestra Agricultura. Porque nuestros agricultores no se merecen lo que está pasando y la Generalitat Valenciana debe apoyarles de forma real y eficaz.
Publicado en Levante-EMV el 12 de diciembre de 2008