Demasiado para un solo año. Si repasamos las crónicas que ha producido el año que va terminando nos parece imposible que 365 días den para tanto. Y qué decir de la ignorancia con que comenzamos el año y de las incertezas con que lo acabamos. Nadie auguró que acabáramos en números rojos en medio de la crisis económica más desconocida y, porque no decirlo, más extraña.
De la ilusión del crecimiento sin límites hemos pasado a reconsiderar la viabilidad de nuestro sistema. No sé hasta qué punto puede alcanzar esta reflexión, pero parece mayoritaria la convicción de que hay cosas que no pueden volver a ocurrir. Pero ¿Quiénes son los que han de evitar tales cosas? La globalización ya venía advirtiendo de la escasa autoridad que existía para regularla. Los Estados nacionales carecen de tal autoridad y los organismos internacionales siguen siendo débiles y poco diligentes. Si las perversiones se globalizan bueno es que nos dotemos de una autoridad capaz de hacerlas frente.
De modo inconsciente, muchos de los acontecimientos ocurridos y reflexiones vertidas, me traen a la memoria pasados pensamientos, textos y posiciones políticas, y concluyo que es posible que las propuestas hayan quedado desajustadas pero no, desde luego, las inquietudes. La borrachera del crecimiento económico y del consumismo rechazó cualquier llamada a la prudencia, afeó la reflexión sobre el mañana y concluyó liquidando las ideologías que no es sino el rechazo a la profesión de ideas propias en pro de un pensamiento único y alienado. Hoy, la resaca nos deja en medio de una gran inseguridad y precisamos de más pensamiento y de menos circo.
De la ilusión del crecimiento sin límites hemos pasado a reconsiderar la viabilidad de nuestro sistema. No sé hasta qué punto puede alcanzar esta reflexión, pero parece mayoritaria la convicción de que hay cosas que no pueden volver a ocurrir. Pero ¿Quiénes son los que han de evitar tales cosas? La globalización ya venía advirtiendo de la escasa autoridad que existía para regularla. Los Estados nacionales carecen de tal autoridad y los organismos internacionales siguen siendo débiles y poco diligentes. Si las perversiones se globalizan bueno es que nos dotemos de una autoridad capaz de hacerlas frente.
De modo inconsciente, muchos de los acontecimientos ocurridos y reflexiones vertidas, me traen a la memoria pasados pensamientos, textos y posiciones políticas, y concluyo que es posible que las propuestas hayan quedado desajustadas pero no, desde luego, las inquietudes. La borrachera del crecimiento económico y del consumismo rechazó cualquier llamada a la prudencia, afeó la reflexión sobre el mañana y concluyó liquidando las ideologías que no es sino el rechazo a la profesión de ideas propias en pro de un pensamiento único y alienado. Hoy, la resaca nos deja en medio de una gran inseguridad y precisamos de más pensamiento y de menos circo.
Publicado en el Diario ABC el 22 de Diciembre de 2008