lunes, 19 de octubre de 2009

MARTES Y TRECE

Para Ricardo Costa “martes y trece” habrá dejado de ser un mal augurio sin fundamento. Siempre recordará ese día en que desafió a sus propios dioses y resultó fulminado de modo nada mítico. Esa comparecencia, bien construida, quizá su mejor intervención política, me sorprendió por su falta de previsión. Un discurso así solo lo hace uno cuando se despide pues como órdago resulta demasiado. Un órdago lanzado directamente a su jefe pero también a su líder nacional con el que no se le presumían compadreos.

Costa compareció para salvar su honor pero también un puesto que se le había otorgado con arreglo a las mismas condiciones que permiten lo contrario y vino a confirmar algunos detalles de las filtraciones relacionadas con el caso “Gürtel”, admitiendo la veracidad de los diálogos telefónicos intervenidos y la naturaleza corrupta de la trama de Correa y Pérez, pero para declarar su inocencia apuntó a Camps y Rajoy tratando de unir su destino con el de sus lideres. ¡Y hasta ahí podía llegar! ¿Qué importa la suerte de un militante, por más cualificado que resulte, cuando está en juego el éxito de un proyecto político? Ni Costas, ni Mesetas, ni Ínsulas pueden constituir un problema cuando se trata de poner a salvo las expectativas electorales del partido y el liderazgo de su presidente. Y eso es lo que creo que Ric no ponderó suficientemente. Rajoy careciendo de los lazos que pueda tener Camps con Costa no podía aceptar ser desafiado por un cargo así.
Publicado en el Diario ABC el 19 de Octubre de 2009