Tras cuatro años de pérdidas continuadas con relación a las rentas de los citricultores valencianos los problemas de nuestra citricultura, no pueden calificarse de coyunturales, sino más bien de estructurales. Problemas estructurales cuyas soluciones están perfectamente definidas en el Plan Estratégico Citrícola que acordó la Generalitat, presidida por el Sr. Camps, pero que hasta el momento solo han servido para defraudar a los citrícultores al no cumplir los compromisos que Camps asumió con gran publicidad.
La Generalitat ha incumplido sistemáticamente todos los compromisos de inversión para luchar contra el minifundismo, que ocasiona altos costes en la citricultura valenciana. Ha dedicado inversiones ridículas para la incorporación de agricultores jóvenes y combatir el envejecimiento de la población activa agraria. No ha conseguido ningún resultado en la concentración de la oferta por parte de los agricultores en el campo y de los comerciantes en los mercados exteriores. Y finalmente, no ha conseguido ningún avance en la implantación de un contrato de compraventa de la cosecha, ni en la Junta Arbitral, ni en el observatorio de precios ni en la mejora del SIG citrícola, Pero, además, está dejando morir a la Interprofesional citrícola por su falta de compromiso y dirección política.
Disminuir los costes de producción, prever presupuestariamente la retirada de excedentes, y mejorar la comercialización que pasa por la concentración de la oferta en origen y destino y por una agresiva promoción publicitaria del producto deberían ser algunas de las medidas que el gobierno valenciano podría adoptar si le interesara el campo valenciano.
La Generalitat ha incumplido sistemáticamente todos los compromisos de inversión para luchar contra el minifundismo, que ocasiona altos costes en la citricultura valenciana. Ha dedicado inversiones ridículas para la incorporación de agricultores jóvenes y combatir el envejecimiento de la población activa agraria. No ha conseguido ningún resultado en la concentración de la oferta por parte de los agricultores en el campo y de los comerciantes en los mercados exteriores. Y finalmente, no ha conseguido ningún avance en la implantación de un contrato de compraventa de la cosecha, ni en la Junta Arbitral, ni en el observatorio de precios ni en la mejora del SIG citrícola, Pero, además, está dejando morir a la Interprofesional citrícola por su falta de compromiso y dirección política.
Disminuir los costes de producción, prever presupuestariamente la retirada de excedentes, y mejorar la comercialización que pasa por la concentración de la oferta en origen y destino y por una agresiva promoción publicitaria del producto deberían ser algunas de las medidas que el gobierno valenciano podría adoptar si le interesara el campo valenciano.
Publicado en el diario ABC el 30 de Marzo de 2009