lunes, 23 de marzo de 2009

CIVISMO

Las fallas siguen constituyendo un momento álgido en la vida de los valencianos. El interés que mueve la fiesta es más que evidente y es motivo de admiración y sorpresa para foráneos y visitantes que se deslumbran ante la explosión de ruido, color y gente. Pero también hemos podido obtener una imagen del comportamiento y de la sensibilidad de muchos de los espectadores que concurren a los grandes momentos festeros.

Tras la mascletá, la calle se convierte en un vertedero fruto del desprecio por el espacio público. Parece que acudir y admirar un espectáculo pirotécnico requiera ser acompañado de bebida y “picoteos”, y que los residuos generados deban dejarse caer con naturalidad y despreocupación sobre el viario.

Por las noches, y muy especialmente tras la “nit del foc”, nuestra ciudad se convierte en un macrobotellón sin complejos. La hostelería observa una práctica de competencia que supuestamente es ilegal, y que, junto a la calle, ofrecen los únicos urinarios que tanta bebida requiere.

Los destrozos del mobiliario urbano, las reyertas, la basura generada, etc, pueden ser afrontadas por la Administración con una adecuada prevención y adoptando medidas oportunas, pero también revelan el cuadro de valores y actitudes de buena parte de nuestra sociedad.

Llevo tiempo insistiendo en la necesidad de instituir valores cívicos que cimenten nuestra convivencia y que hagan posible el disfrute de la vida en común como garantía de nuestro bienestar. Cabe insistir en la necesaria labor pedagógica de nuestras instituciones y en implantar las medidas coercitivas que correspondan.
Publicado en el Diario ABC el 23 de Marzo de 2009