La campaña desatada contra Fernández de la Vega se ha salido de madre. Responderá a una estrategia calculada con la previsión de arrojar resultados electorales positivos, pero para mí que se han pasado hasta instalarse en el esperpento que sólo divierte a los ímbeciles. No me gusta ese estilo en la política ni en cualquier ámbito de las relaciones humanas. Me parece el estilo pueril y desvergonzado de quien no se siente responsable. La ciudadanía, incluidos los que nos dedicamos a la política, que no por ello dejamos de ser ciudadanos, agradecería un debate político entre dos buenos referentes conjugado, incluso, con los más ácidos argumentos, referido a las distintas concepciones, visiones y propuestas que se tienen respecto de los problemas sociales y económicos. Descalificar al adversario político mediante la ridiculización es una treta desesperada y su abuso solo nos conduce a la letrina. Mi tierra y mi gente no se merecen ese nivel desprovisto de elegancia e inteligencia, ni que se nos conozca como una comunidad crispada frente a lo que no es propio o a lo que se artificializa como impropio. Intranquiliza ver que algunos siguen animando el espíritu de la barraca.
Quizá el caso de la Vicepresidente tenga de positivo el hecho de hacernos reflexionar a políticos y comunicadores sobre los estilos, o mejor dicho, sobre la falta de estilo, a la hora de tratar a las personas. Sin altavoces ni repetidores, esto no funciona. Pero el campo ya estaba muy abonado, incluso, por los que se sorprenden.
Quizá el caso de la Vicepresidente tenga de positivo el hecho de hacernos reflexionar a políticos y comunicadores sobre los estilos, o mejor dicho, sobre la falta de estilo, a la hora de tratar a las personas. Sin altavoces ni repetidores, esto no funciona. Pero el campo ya estaba muy abonado, incluso, por los que se sorprenden.
Publicado en el Diario ABC el 9 de Diciembre de 2007