Es evidente que los objetivos de nuestros partidos políticos para las elecciones europeas, cuyo desenlace concluyó ayer, excedían el fin de éstas. Los contenidos programáticos con relación a la Unión Europea han estado ausentes por las estrategias definidas por los partidos orientadas al rédito interno, por las dificultades del electorado en atisbar el grado de afectación a sus intereses y por la inexistencia de una dinámica partidaria europea.
Los eurodiputados electos se integrarán en grupos políticos europeos de acuerdo a su adscripción política u orientación ideológica y, de hecho, existen partidos europeos al menos para las formaciones nacionales mayoritarias, como el Partido Socialista Europeo y el Partido Popular Europeo. Sin embargo, la presencia de estos partidos transnacionales ha brillado por su ausencia en esta campaña. Salvando las diferencias, es como si en nuestras elecciones generales ningún dirigente nacional se acercara por nuestra Comunidad a hacer campaña y dejara la misma a la mera capacidad de los residentes. Si bien es cierto, también, que en esta oportunidad los dirigentes europeos tenían suficientes problemas en su ámbito interno como para hacer paseos.
No obstante, sin dinámica partidaria europea, o mejor aún europeísta, es difícil generar un interés que supere el meramente nacional, y difícil es, también, construir un proyecto político europeísta. La Unión Europea está necesitada de un proyecto político que sea algo más que la confluencia de intereses nacionales y para ello necesita movimientos políticos europeístas con presencia efectiva. Así, de paso, podríamos fijarnos en las compañías de cada uno.
Los eurodiputados electos se integrarán en grupos políticos europeos de acuerdo a su adscripción política u orientación ideológica y, de hecho, existen partidos europeos al menos para las formaciones nacionales mayoritarias, como el Partido Socialista Europeo y el Partido Popular Europeo. Sin embargo, la presencia de estos partidos transnacionales ha brillado por su ausencia en esta campaña. Salvando las diferencias, es como si en nuestras elecciones generales ningún dirigente nacional se acercara por nuestra Comunidad a hacer campaña y dejara la misma a la mera capacidad de los residentes. Si bien es cierto, también, que en esta oportunidad los dirigentes europeos tenían suficientes problemas en su ámbito interno como para hacer paseos.
No obstante, sin dinámica partidaria europea, o mejor aún europeísta, es difícil generar un interés que supere el meramente nacional, y difícil es, también, construir un proyecto político europeísta. La Unión Europea está necesitada de un proyecto político que sea algo más que la confluencia de intereses nacionales y para ello necesita movimientos políticos europeístas con presencia efectiva. Así, de paso, podríamos fijarnos en las compañías de cada uno.
Publicado en el Diario ABC el 8 de Junio de 2009