martes, 19 de mayo de 2009

RAFAEL ESCALONA SE FUE A SU “CASA EN EL AIRE”


El rey del vallenato, gran compositor, amigo de García Márquez y padre de 36 hijos, falleció a los 81 años
Por CÉSAR COCA (Las Provincias)


No sabía escribir una nota musical ni tocaba ningún instrumento, pero ha sido durante 60 años uno de los compositores más célebres del área del Caribe. El verdadero rey del vallenato, género al que dotó de un toque culto que fue la base para su internacionalización. Rafael Escalona, autor de canciones que muchos años después de su creación han sido incorporadas a sus repertorios por cantantes como Carlos Vives y Juanes, murió ayer, pocos días antes de cumplir 82 años, víctima de un cáncer de próstata complicado con otros males respiratorios y renales que precipitaron su fallecimiento. Escalona, nacido en Patillal y padre de 36 hijos, había recibido numerosos homenajes y un Grammy de honor, pero el mayor orgullo de su vida no era ése sino haberse convertido en un personaje de 'Cien años de soledad', la obra mayor de su amigo del alma Gabriel García Márquez.
Escalona era hijo del coronel Manuel Clemente Escalona, que como el abuelo del Nobel de Literatura había participado en la Guerra de los Mil Días y también esperó inútilmente durante años que el Gobierno le concediera una pensión. A los veinte, era ya un autor de éxito y había logrado que las canciones de juglares que recorrían el Magdalena llevando noticias de grandes y pequeños asuntos (un crimen, un amor contrariado, una parranda) adquirieran el tono literario que garantizaba su éxito en ambientes más cultos.
Es justo el momento en que conoce a García Márquez, un periodista de su misma edad que colaboraba en un diario de Barranquilla con una columna titulada 'La Jirafa'. A los pocos minutos de saludarse, ambos se estaban contando las historias que luego, a lo largo de sus fértiles carreras, uno plasmaría en canciones de tres minutos y otro en novelas de 400 páginas. Escalona, hijo de una familia acomodada, invitó al periodista a su casa. Fue un verdadero viaje iniciático: durante una semana ambos recorrieron pueblos en la zona de Valledupar (cuyo gentilicio da nombre al género musical), escuchando sones y merengues, recogiendo anécdotas y hablando con ancianos que habían vivido hechos que ahora nos parecerían imposibles.
Esa es la materia de las canciones de Escalona. Siempre partía de un hecho, a veces dramático pero casi siempre minúsculo (la carta que envía a su novia cuando se entera de que ha de partir al Liceo, el hambre que pasa en los comedores escolares...) y sobre él escribía una letra de gran concisión y una música que luego tarereaba a un 'acordeonero' para comprobar cómo sonaba y repetía a continuación a alguien con educación musical para que la anotara en el pentagrama.
Su vida fue objeto de una serie de la televisión colombiana llamada 'Escalona' a secas -a los telespectadores no les cabía duda alguna de a quién se refería, tal era su fama- y de una biografía que escribió el novelista ahora afincado en España Daniel Samper. En 'El Testamento', con sólo 20 años, escribió: «Adiós morenita me voy por la madrugada/ no quiero que llores/porque me da dolor». El rey del vallenato ha muerto.



“DEL VALLE NATO”

El vallenato tiene más de 200 años de historia y Rafael Escalona ha sido una de sus grandes figuras. Sin ser cantor, acordeonero ni guacharaquero; ni músico, ni siquiera ‘ayhombero’, Rafael Escalona fue protagonista de la historia del vallenato. Sus letras fueron el paso de los cantos campesinos a los temas urbanos. Y contribuyó a la aceptación de las clases altas, a las cuales pertenecía en Valledupar. Escalona comenzó a figurar en los años 50 en la voz medio aguardentosa de Guillermo Buitrago. Después, con Bovea y sus Vallenatos, que cantaban acompañándose con guitarras. Pero el proceso de configuración tenía más de 200 años, a partir de los cantos de vaquería. Estas son improvisaciones que los peones hacen mientras arrean el ganado y narran historias de lo cotidiano. En ese tiempo improvisaban todos y los viajeros llevaban consigo alguna noticia, que narraban en verso y medio cantada. Así se fueron tomando forma el paseo, el merengue, la puya y el son, los cuatro ritmos tradicionales. Sin embargo, lo importante es la letra. Alguien los llamó vallenato. La palabra era despectiva, por lo cual, en 1915, el maestro de escuela Miguel Vence fundó la Academia de la Lengua de Valledupar, cuya única sesión fue para aprobar que el gentilicio de Valledupar es valduparense. Se dice que al hablar de su origen, los campesinos decían: “Soy del Valle nato”. O sea, nacido en el Valle de Upar. En 1944, el vallenato comenzó a ser grabado por cantores como Alejandro Durán, Abel Antonio Villa y Guillermo Buitrago, quienes impusieron los primeros éxitos: ‘Qué criterio’ (hoy ‘La gota fría’), ‘Arbolito de Navidad’ y otros. En los años 60 comenzó el auge comercial. Las grandes figuras del disco fueron cantores de la tierra, iletrados y elementales algunos, que improvisaban letras y músicas: Leandro Díaz, Emiliano Zuleta, Luis Enrique Martínez o Alejandro Durán. Con ellos se codeaba Rafael Escalona, letrado, rico y de buena familia. El período clásico duró hasta los años 80 y se cerró con ‘Señora’ y ‘El mochuelo’ de Otto Serge y Rafael Ricardo. Fue la consolidación de la sociedad vocalista-acordeonero. Lo folclórico fue desplazado por la ‘yuca’ o vallenato comercial de Jorge Oñate y los Hermanos Zuleta y se le acusa de causar la decadencia de la puya y el son. Hacia 1986 comenzó la fase experimental del ‘pasebol’, fusión de paseo y bolero, que desembocó en el vallenato romántico y la romanza. Ambos tienen influencia de la balada, lo cual dio pie a las expresiones ‘balanato’ y ‘vallejarto’. El gran cambio estuvo en las letras, que pasaron de contar historias a cantar al amor, en no pocas ocasiones despechos de hombres traicionados. Y se fueron borrando los ritmos tradicionales, para casi unificarse en una especie de bolero habanerado o habanera rápida o contradanza lentas. Una involución hacia los siglos XVIII y XIX, cuando el vallenato se estaba configurando. A ello contribuyó la Nueva Ola de fusiones con música electrónica, ‘reggae’ y otros ritmos, cuyo pionero ha sido Carlos Vives, quien hizo dio resonancia internacional al vallenato. Por reacción, propició el renacimiento de lo tradicional, aún circunscrito al ámbito caribe. De todo esto fue testigo y protagonista Rafael Escalona, pues sus canciones fueron adaptándose a los tiempos. Y eso que no era cantor, acordeonero o guacharaquero; ni músico. Ni siquiera ‘ayhombero’.