En esta columna escribía, hace un par de semanas, sobre las bondades democráticas del proceso congresual del PSPV. Decía que al mismo le faltaba, para concluir de modo positivo y coherente, la elección del próximo secretario general de los socialistas valencianos mediante el voto individual de su militancia. Esta carencia, además de restarle brillo al proceso, ha permitido que la elección de delegados al citado cónclave se haya dado en clave local, en función de las particulares situaciones de conflicto interno y no tanto en función de la apuesta por candidatos concretos. Si algo de positivo tenía la insistida proliferación de candidatos era la de facilitar diversas opciones, pero puestos en la práctica ello se ha obviado.
He insistido en mi campaña, y así cerraba todas mis intervenciones públicas, en la necesidad de soluciones inclusivas y de elegir en positivo, negando la virtud y la eficacia de los frentes antipersonas. Y lo hacía porque, más allá de su esencia negativa, el pasado había demostrado lo inútil del planteamiento. Resulta claramente estúpida la concertación para derribar y lamentable la sensación de felicidad que alguien pueda extraer de ello. Allá cada uno con su modo de ver y sentir las cosas, pero el producto es siempre deficiente. Nuestra organización ha dejado muchas personas valiosas y brillantes en ese camino. La facilidad para la conjura deja siempre un escenario esquilmado en el que sobreviven quienes gozan de una especial capacidad de adaptación. La misma capacidad que permite a algunos comparecer como unos recién llegados.
He insistido en mi campaña, y así cerraba todas mis intervenciones públicas, en la necesidad de soluciones inclusivas y de elegir en positivo, negando la virtud y la eficacia de los frentes antipersonas. Y lo hacía porque, más allá de su esencia negativa, el pasado había demostrado lo inútil del planteamiento. Resulta claramente estúpida la concertación para derribar y lamentable la sensación de felicidad que alguien pueda extraer de ello. Allá cada uno con su modo de ver y sentir las cosas, pero el producto es siempre deficiente. Nuestra organización ha dejado muchas personas valiosas y brillantes en ese camino. La facilidad para la conjura deja siempre un escenario esquilmado en el que sobreviven quienes gozan de una especial capacidad de adaptación. La misma capacidad que permite a algunos comparecer como unos recién llegados.
Publicado en el Diario ABC el 15 de Septiembre de 2008