La carrera hacia la secretaria general del PSPV va tensionándose. La semana acaba con apariciones públicas simultáneas de aspirantes al cargo. El PSPV sigue sin encontrar respuesta a su aspiración, enredado en sus propias contradicciones. Su tono vital resulta inestable pues es capaz de pasar de la docilidad servicial a la rebelión impiadosa, e ignorando las experiencias, el círculo se cierra una y otra vez. Pese a los profusos análisis, las acciones se reiteran. Por eso, como hablar de renovación es hablar de antiguos empeños, de fracasos y defraudaciones, urge nominar en que consiste el cambio que necesita el PSPV.
Como todo cambio, y más si éste se desea importante, debe afectar al liderazgo, a la organización y al proyecto. Pero esto no es una novedad. La novedad sería acertar, sabiendo distinguir entre los deseos e intereses propios y ajenos y lo que es real. En el PSPV, y fuera de él, no se ha querido que hubiera un liderazgo sólido desde que Lerma dejara la Secretaría General. La trama de intereses y prejuicios, escasos de ambición pública, han impedido que surja cualquier líder natural y se ha seguido apostando por líderes negociados y equipos de dirección más pendientes de administrar los propios recursos que de atraer el afecto y la admiración de los afiliados y de los ciudadanos. Un líder natural es realidad, lo contrario solo es artificialidad. De un líder real cabe esperar un proyecto real y no impostado. De un líder real cabe esperar que la organización no quede sometida por desconfiar de ella.
Como todo cambio, y más si éste se desea importante, debe afectar al liderazgo, a la organización y al proyecto. Pero esto no es una novedad. La novedad sería acertar, sabiendo distinguir entre los deseos e intereses propios y ajenos y lo que es real. En el PSPV, y fuera de él, no se ha querido que hubiera un liderazgo sólido desde que Lerma dejara la Secretaría General. La trama de intereses y prejuicios, escasos de ambición pública, han impedido que surja cualquier líder natural y se ha seguido apostando por líderes negociados y equipos de dirección más pendientes de administrar los propios recursos que de atraer el afecto y la admiración de los afiliados y de los ciudadanos. Un líder natural es realidad, lo contrario solo es artificialidad. De un líder real cabe esperar un proyecto real y no impostado. De un líder real cabe esperar que la organización no quede sometida por desconfiar de ella.
Publicado en el Diario ABC el 6 de Abril de 2008