Tras estos largos días de festejos y no menos compromisos indigestos, en los que la cotidianidad y el orden regular de las cosas se añora y el bolsillo se resiente, nos adentramos en un año que precisa de adivinos y augures. La economía anuncia malos presagios aunque sean los propios de una sociedad desarrollada y acomodada a un cierto bienestar. La inflación, los tipos de interés, el desempleo, la subida del coste de los servicios vuelven a ser elementos de actualidad, después de no acordarnos demasiado de estas cuestiones y reaparecen como amenazas para nuestra seguridad. Las elecciones generales también están a la vuelta de la esquina, a tan solo dos meses, lo que significa que mañana comienza la recta final de una campaña que empezó justo cuando acabó la anterior.Las estrategias políticas han culminado estos días de medio trabajo, medio vacaciones. El gobierno insistiendo en la venta de su gestión y apurando la aplicación de algunas medidas concretas, como las ayudas por dependencia, el cheque por natalidad, las ayudas a jóvenes para la emancipación, etc. El PP cerrando las coordenadas que permitan identificar su propuesta con el elector medio, caracterizado por su posición política más o menos centrada, por su sentimiento español y su carácter mayoritariamente católico. A su reivindicación de su idea de España se le ha unido la campaña de la Iglesia en contra del gobierno. Tenemos, pues, todos los ingredientes para la solución final, pero aún nos queda mucho por ver en esta intensa y prometedora campaña electoral.
Publicado en el Diario ABC el 6 de Enero de 2008
