La ministra de Educación, Mercedes Cabrera, ha declarado en LA SER que su ministerio no se plantea prohibir el uso de los móviles en las aulas. La ministra dijo que personalmente no es partidaria de prohibir nada, ya que si esto se hiciera, también habría que limitar su uso en reuniones, restaurantes...Para Cabrera, el problema está en que los adolescentes imitan el comportamiento de los mayores. Y claro, ni los más adictos a la telefonía móvil, que no son minoría, lo han entendido. En definitiva, un desliz que ensombrece cuanto de interesante haya podido manifestar en otros aspectos. Es de sentido común que cuando uno está en una conferencia, en el teatro, en el cine y, lógicamente, en clase, se debe tener el teléfono móvil apagado o, cuando menos, en silencio. Es una cuestión, no solo de respeto sino práctica, pues el uso de aquél impide la atención que debe prestar uno mismo y, sobre todo, el resto. Considero que, vista la ausencia de referencias morales en la educación actual, sobre todo la que corresponde a la esfera familiar, insistir en una pedagogía laxa es un error y una bomba de relojería. La época de “prohibido prohibir” ya pasó y ha dado cuanto debía dar de sí. Es cierto que los menores reproducen cuanto ven en los mayores, incluso la desidia y la falta de determinación, pero no por lógico cabe aceptarlo, por que entonces resultaría que como los papás no son educados, ¿para qué han de serlo sus hijos?
Publicado en el Diario ABC el 25 de Noviembre de 2007