Una de las experiencias más interesantes que he tenido ha sido mi relación con el proceso de paz e inserción política del M-19 de Colombia. El reconocimiento que más orgullosamente poseo es la Orden Carlos Pizarro que me otorgó la dirección de la AD M-19 con las firmas de Antonio Navarro y Abraham Rubio, hace ya dieciséis años. Aquella muchachada del EME, con su vitalidad y frescura, me sedujo, y sentí este descubrimiento con el mismo sentimiento que expresa Laura Restrepo en su obra “La historia de un entusiasmo”. Pero también fue la historia de una decepción. Aquella corriente de renovación política que cuestionaba el sistema político tradicional en Colombia fue víctima de su acomodación al mismo y de las condiciones políticas y económicas del país. Pero el resultado de las elecciones del pasado domingo muestra que el espíritu del EME sigue vivo, más allá de la extinta organización. Espíritu manifestado incluso simbólicamente como el hecho de que el nieto del General Rojas Pinillas, Samuel Moreno, haya obtenido la alcaldía de Bogotá, por segunda vez para el Polo. O que, Jorge Iván Ospina, el hijo del fallecido comandante del M-19, Iván Marino Ospina, haya ganado la alcaldía de Cali. O que Antonio Navarro se haga con la gobernación de Nariño, su tierra natal. O que el Polo consiga la alcaldía de Yumbo después que la dejara hace siete años Rosemberg Pabón, el comandante del Eme que después de tomar militarmente esa localidad consiguió años después ser su alcalde. Ojala no decepcionen.
Publicado en el Diario ABC el 4 de Noviembre de 2007